10
de marzo de 2000
Padre querido:
Anoche
tuve un sueño. Soñé que me preguntaban cosas de ti. Entre muchas de las cosas
que dije, comencé a llorar. Así de pronto, terminé hablando contigo y te dije:
“De todas las personas que he conocido, ninguna me ha hecho sentir como
tú. Fuiste quien único me hizo sentir mágica cuando chiquita y mi niñez fue
feliz, gracias a ti. Eres cada razón para ser quien soy; y cada cosa que hago
bien, la hago para que te sientas orgulloso de mí, pues yo me siento súper
orgullosa de ti y todo lo que siento, vivo y pienso te lo debo a ti. Tú siempre
me escuchaste y jugaste conmigo y me amaste de la mejor manera que un padre
podía amar: nunca me maltrataste, nunca me hiciste sentir mal por nada, jamás
te desquitaste conmigo y me cuidabas y protegías. Eres el mejor ser humano que
he conocido; ¡porque eres bueno de verdad: jamás sientas vergüenza y jamás te
sientas vacío o incompleto, pues eres la persona más llena de Dios, de amor y de
vida que he conocido! Jamás sabré cómo agradecerte todo lo que has hecho por
mí. Y cada día lamento con mucha vergüenza cada dolor de cabeza que pude
haberte hecho pasar y cada preocupación. Y sólo quiero que sepas, que estés
bien seguro, que te quiero, te adoro y siempre pienso en ti.”
(En realidad por la emoción le añadí un poco a las palabras del sueño...
pero es para que lo entiendas bien).
Alexandra Pagán Vélez
No hay comentarios.:
Publicar un comentario