Nicolás es un niñito realmente especial. Lo amo
con todas mis fuerzas, con toda mi mente, con toda mi vida y todo mi
pensamiento, y aun después de todo eso, lo vuelvo a amar. Con Nicolás aprendí
muchas cosas y es así porque él guarda un secreto.
Todo comenzó la vez que
fuimos a la playa y hablábamos en la orilla del mar. No recuerdo la
conversación, pero sí recuerdo a Nico mirando atento al cielo y suspirar. Entonces
con mucha naturalidad me dijo que eran reyes. ¿De qué hablas?, pregunté. De
allá, mamá; me contestó. No creía lo que veía: un gigantesco gordo blanco bostezaba
y se estiraba recostado de las nubes, y los rayos del sol lo coronaban. ¡Qué
sorpresa! ¡Qué maravilla! Nico se fue a jugar y me quede observando muy atenta
para ver si el rey inmenso me veía al saludar.
La segunda vez, me dije, ya esto no es casualidad.
Estábamos en la casa de Pluma del Viento en medio de la montaña. Pluma vive en
una casa de tierra y flores, y muy cerquita pasa un río del cual ella toma agua
para darse baños de tina rodeada de árboles con techo de nubes. Fuimos al río y
Nico estaba muy atento a su alrededor. Había mariposas juguetonas y muchos
insectos patinando en la parte más tranquila del río. Nico no paraba de mirar
un punto. ¿Qué miras?, pregunté. Está llorando, me contestó señalando una roca.
Un hilito de agua atravesaba la roca y cuando miro más fijamente veo que se
mueve. ¡Un cuerpo gris rocoso se recuesta en el río y llora y llora y llora!
¡Podía incluso escucharlo! Cuando Nico notó mi asombro me preguntó: ¿Ves? No
pude contestar, no me salían palabras. Nico entonces se alejó a darse un
chapuzón y lo acompañé. Cuando volvía mirar, ya no se movía ni se escuchaba un
sollozo.
Otra vez, mucho después en el tiempo, caminábamos.
Nico me preguntó, ¿Mamá, verdad que el sol pinta bien bonito? Afirmé con un
gesto y pensé en la cantidad de colores y tonalidades que vemos gracias a la
luz del sol. Sin embargo, Nico me apretó la mano y señaló al suelo. Porque mira,
me indicó. ¡Qué belleza! La sombra del tendido eléctrico formaba líneas y
ángulos perfectos. De pronto miro al cielo buscando y veo a un gigante en
llamas, su largo cabello iluminaba el cielo entero y tenía un lápiz colosal.
¡Iba a dibujar justo encima de mí! Me moví rápido con temor de que el gigante
me aplastara, pero solo dibujó mi sobra. Miré a todos lados, nadie parecía
darse cuenta del espectáculo, Nico me tomó de la mano, detrás dejando gigante
dibujando sombras de todo lo que nos rodeaba. ¡Había descubierto un secreto:
¡Nicolás era un mago excepcional!
No fue hasta muy reciente que descubrí el
verdadero secreto de Nicolás, el mago excepcional. Ocurrió que íbamos juntos
cuando el viento formó un remolino de hojas. Parece que están jugando, me
comentó mirándome muy serio. Contemplé las hojas que ante mí se transformaban
en niñitos y niñitas que se corrían los unos a los otros y reían sin parar. Nico
añadió: Parece que juegan a que son remolinos. Nuevamente no supe qué decir,
quedé enmudecida, conmovida. Una explosión de peces, colores, de hojas mismas
jugando a ser viento, los ojos de mi hijo bello, mi amado. Ahora sí que sé el
gran secreto de Nicolás, el mago excepcional: Nico de todos, todos los poetas,
es mi favorito. Y así cuando siento poesía y vivo poesía digo que estoy bajo
los efectos de Nicolás o mejor aún: digo que estoy nicolizada.
4 comentarios:
Excelente, cuanto me alegra haber leido lo de Memé hoy en facebook. Alexa sigue por con ese discurso que es el que me gusta y me ha gustado siempre. Me gustaría saber si todavia tienes esos versos cotidianos de las experiencias en guaguas públicas que contabas cuando eramos estudiante. dime.....Abrazos
están siguen por ahí ♥
gracias, Doris, gracias
Que quieres decir con plumas es una lombriz
Pluma es una mujer.
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