-Allí viene la loquita.- dice mientras se retoca el lapiz
labial, arquea su ceja y sonríe.
-Jum, se cree Madonna la nena. No llega ni a… ¡Mírale esa gordura, parece una vaca!
-Más que nada, lo que parece es una bucha.
Ambas comparten sus risas hasta que
llega Luisa y la saludan – muá, muá- los labios apuntan al techo en una actitud
falsamente aristocrática. Sigue
caminando y entra a la discoteca pero antes, el fortachón de la entrada la
detiene y ella dice –Regístrame todita, papito…
Así, así, un poquito más arriba, humm.- se sonríe con complicidad y
saluda a la muchacha que cobra la entrada.
-Baby;
¿cómo estás?
-Cansadísima-
la poncha con un logo que sólo se ve en black lights, es una “R” estilo romano,
le hace un gesto negativo cuando ofrece el dinero.
-Gracias,
chulita, nos vemos luego…
Al
finalmente entrar, la recibe un pasillo negro alumbrado sólo por black lights y
se mira su “R” con complicidad. Sigue
caminando y se encuentra con una barra en madera y dos bartenders, fortachones
también, vestidos sólo de overalls de mahón, botas de constructor y
capacete. La barra es preciosa, está
rodeada de espejos y estrellas, de frente tiene dos mesas de billar ocupadas
por cuatro hombres que la miran y cambian la vista; ella glamorosa, estira su brazo
y se acerca a la barra, se sienta y mira con coquetería.
-Carlitos…
muñeco, dame un besito.
Mira a
todos lados y lleno de desgano le da un beso en el cachete, muy rápido.
-Humm, esos
besitos tuyos, me acuerdan cuando salía con Flash Gordon. Era un tipo maravilloso, te lo metía y te lo
sacaba tan rápido y por tanto tiempo…- lo mira con un gesto burlón.- Así me
gusta que te sonrías al menos. Mira, y
traíste cositas para la nena. ¿Qué
traíste? Ay chico, pues dame tres…- se
ríe a carcajadas. –Pues, mijito la noche es larga y quiero gozármela. ¿Qué dices si cuadramos a veinticinco? ¡Mira que ahorita puede que me compre
otra! ¡Qué rico, tú me consientes! ¡No vengas, que sabes que conmigo no sales
perdiendo!
Se mira los
pies y ve sus tacones grandes y amplios, se arregla la mini falda y revuelca un
poco sus cabellos rizados.
Inmediatamente se dirige al baño, pero antes tiene que pasar por la
pista de baile. Se encuentra con Candi,
la saluda con un real beso y abrazo.
-Nena, hoy
es mi show, va ser una cosa regia full.
¡Qué linda tu falda! Luisa,
tienes un gusto cabrón.
-Mira,
vamos para tu camerino que te voy a poner bien alante, chulita.
-Ay, qué
bueno, así ves el traje que usaré en el show.
Se alejan
del salón violeta y rojo, de luces centellantes, con un tecno retro muy
contagioso y se internan en el
camerino. El camerino es muy chic,
blanco rodeado de espejos, con dos sofás, un guardaropas lleno de telas de
colores brillantes y una pequeña coqueta negra con un espejo rodeado de bombillitas.
-Nena, tu camerino es un lujo. Aquí yo pasaría toda la noche. Parece un V.I.P. room. Cuando venía entrando estaban la Pedro con la
negra esta… ¿cómo se llama?… Willa, y me saludaron con una peste a perfume
barato y las caras toas jodías. Yo
rápido me fui, no les dije nada.- dice sacando la bolsita y sin perder
coquetería se quita una sortija que transforma en una microcucharita y se da un
pace.- Huy, esto está bien bueno date todo lo que quieras, en confianza, pero
te advierto que está ríquisimo.-
-¿Quién te lo vendió?
¿Carlitos? Y ¿le sigues tirando?
-Sí, pero no se deja…
-Ay, mamita es que tienes que ponerlo loquito y
llevártelo de aquí, para que tú veas.
Recuerda que aquí él es un empleado más.
-Ay, sí, sí… pero,
que me ponga loquita él a mí, yo no mantego a nadie. No, mamita, yo no llego tan bajo…
-Bueno, ¿sabes con quién tuve un affair? Te diré, está en la puerta trabajando…- se
ríe a carcajadas con picardía- pues
nena….
Se abre la
puerta y entra Pito, un flaquito de cejas arregladas muy amenerado que en un
gesto de sorpresa grita: -Mira, y ustedes dos qué…- se ríen y le pasan la
bolsita. Inmediatamente saca un llave
pequeña y se da “uno pequeñito porque la noche es joven”. La dueña toma la bolsita, besa a Pito en el
cachete y se va con aires de realeza.
-¿Y ésta? –
pregunta Pito irónico.
-Pues, ya
tú sabes. Ay, Pito apúrate que tengo que
vestirme después. Ni le enseñé el traje
a la cuero este.
-Y, ¿nada
con Carlitos?
-No, y dijo
que no iba a estar con él que ella no era “tan baja”.
-Seguro… Mira, te voy a maquillar primero y luego, te
peino. No te asustes, lo que pasa es que
no te voy a pasar blower, pues te tengo una sorpresa.
Una línea
dorada cerca de la pestañas, plateado en el párpado y el resto con brillo, las
mejillas rosadas y los labios rosados brillosos, unas pestañas postizas
doradas; y la desviste, le rocea escarcha dorada por todo el cuepo que está
pintado de ramas con hojas y flores naturales pegadas de su cuerpo.
-La G
string dorada se te ve divina. Vete
ponte los tacos en lo que voy sacando el traje.
-Estás
haciendo todo al revés…
-Sin
criticar, oyó… Que este va a ser el
mejor show de tu vida, ya tú verás.
Se sentó
otra vez, Candi, que preocupada y ansiosa se mordía una de sus uñas postizas
pintadas de dorado.
-Ese pimpín
te tiene malita. Te voy a recoger el
pelo.- dijo Pito en un gesto maternal.
Le recogió
todo el pelo y antes de que protestara le puso una peluca rubia de cabello
lacio, largo. La sonrisa de Candi
iluminó a Pito que rápido le puso el traje…
-Dale, vete
ya…
Sale al
stage vestida de monja, con un rosario, simulando que rezaba. Los espectadores hicieron silencio y de
pronto la canción “Like a prayer” contagió a todos. Tira el rosario al suelo y se quita el hábito
con furia. Se muestra entonces una
esbelta y alta mujer de cabellos dorados como de ensueño. Esta mujer no tiene pechos sino dos
margaritas y su cuerpo semeja a un árbol de flores. Baila y canta mientras los espectadores
aplauden. Termina arrojándose de
rodillas al suelo en actitud de rezo. Todos
aplauden alborotados. Candi tira besos y
dice “Gracias” simultáneamente. Al bajar
la saluda una mujer gorda.
-Mami te
luciste.

-Tú eres
una fresca por aparecerte aquí.
-Chico,
porqué sales con esa. A quien quiero es
a ti y no te importa, pues, a mí menos.
-Tú estás
loca.
-Jodía
maricona. Bucha, me las vas a pagar.
Sale de uno
de los cubículos Pito y se echa a reir con la gorda que le choca las manos,
tras salir enojada Ambar. Pito se
arregla el cabello mirándose al espejo, sale del baño y empieza a cantar un
merengue que muchas parejas bailan en la pista.
-Elvis
Crespo me encanta.
-¡Es tan
lindo!
-Vente
vamos a bailar, Michael.
Michael y
Pito bailan el merengue.
-¿No ibas a
salir hoy?- le pregunta Michael a Pito.
-No, salgo
el fin de semana que viene. ¿Vas a venir
a verme?
-Seguro.
-¡Qué
bueno! ¿Te gustó el show de Candi? Yo la maquillé y la arreglé…
Pasan las
horas y sentados tras la pista Pito y Michael se besan copiosamente, se toman
sus manos y cierran sus ojos, algo maravilloso pasa entre ellos, con toda la
esperanza de que seguirán sintiéndose así al día siguiente. Una pareja de muchachas los ve y se besan
también acompañándolos en silencio con mucho más amor.
-Carlitos,
bebo… Dame dos más. Gracias.
Papito quieres dártelos conmigo.
¡Mira si te saqué otra sonrisa!- Luisa muy risueña persigue a Carlos.
Se dirigen
al estacionamiento muy callados. Carlos
mira hacia el piso respirando profundo.
-Oye, ¿tienes frío?
Tienes la piel de gallina. ¡Qué
tierno!
-Estoy
cansao, pol eso es que me los voy a dal.
No doi pa más.
-¿Estabas
bebiendo?
-Un
poquito…-
Saca su
sortija con coquetería y se da dos grandes.
Se limpia la nariz y le tira un beso.
Pasa la bolsita y parafernalia a Carlos que se da dos inmensos.
-Gracia.
-Cada vez
que quieras me avisas.
Regresan a
la discoteca y la detiene Willa, Carlos sigue caminando sin mirar a nadie ni
despedirse.
-Oye
chulita, una cosa es jugar con ellos y otra, meterse con ellos. Te lo digo por que te aprecio, han dicho
cosas brutales y bárbaras de él.
-Mira,
putita, yo sé el aprecio que tú me tienes.
Así que déjame en paz que yo sé lo que hago.- Siguió caminando muy rápido, sintiendo que se
asfixiaba, caminando tan rápido como su corazón latía. La euforia de Luisa parecía extenderse y
desplegarse por todo el lugar.
-Un Tequila Sunrise- le pide a
Carlos, que le cobra la mitad del trago.
Fue tal la emoción, que sintió escalofríos y no pudo decir nada, sino
que tomó sorbos de su trago muy rápido y Carlos actuó como si nada, más bien la
ignoró. Sin embargo, ella se mantuvo
sonriendo toda la noche y más cuando cada 30 minutos él le hacía señas de que
fueran al estacionamiento. Tuvo que
comprar otras dos bolsitas pero ella esperó hasta después de las cinco de la
mañana que cerraron y le ofreció pon.
-¿Te queda
un poquito?- le pregunta Luisa un tanto desesperada, con urgencia de darse otro
pace.
-Sí, queda…
¿cuánta quiere?
-¿Y si
ponemos una tú y una yo?
-No puedo,
ademá tengo que llegal a casa.- contesta
Carlos muy serio.
-Está bien
dame dos y vamos a compartirla. ¿Qué
dices, son par de horitas más?
-Está
bien. Vamo ala playa que hay un sitio
que yo sé…
-Ay chico,
mis zapatos, mi ropa…
-Te quitas
los tacos. Olvídate que allí no va
nadie.- El corazón le volvió a latir
con ímpetu a Luisa e
inmediatamente sintió los labios de Carlos en los de ella y sintió su pene
erecto en su mano…
-¿Oíte?- reclama Carlos con autoridad.
-Sí, sí, vamos.
Fueron caminando hasta un bohío que tenía una mesa y
bancos. Se sentaron sintiendo la brisa y
esperando el resplandor lejano del sol.
Comenzaron a darse los paces tranquilamente, mientras ella hablaba de
sus sueños de trabajar en televisión como parte del equipo de redacción de
libretos. Le contó que hacía mucho
tiempo que no veía a sus familiares con excepción de una hermana menor. Recordó junto a Carlos su infancia perdida y
las paterías que lo leyeron ante sus compañeros. Le habló de que creía en la educación y en
el amor.
-Sí, el amor es la solución a todo.- Y Carlos perdió su
mirada en las distantes olas, mientras Luisa le tomó la mano. Se miraron, se besaron.
-Mámelo. Anda, chúpalo.- dijo mientras se sacaba su
pene no muy erecto y se lo mostraba. Con
un poco de disgusto, Luisa empezó a lamer y chupar. Él le inclinó más la cabeza y ella toció
haciendo gestos de que iba a vomitar.
-¿No te gusta?- pregunta Carlos con ira. Le mira con el ceño fruncido- ¿No era esto lo que querías?
-Mira,
chulito no te pongas así…
-¡Mámelo!
-¿Qué
tienes, Carlitos?
-¿No me lo
vas a mamar? ¡Canto e maricón!- Da un puño en la nariz que inmediatamente
comienza a botar sangre. Ella rompe a
llorar.
-¡Cálmate!
Por favor.
-Toma,
cabrona.- Sigue dando golpes a lo loco hasta que le dio un dolor intenso en los
nudillos de su mano izquierda. Dejó
tirada a Luisa en el suelo tomó las llaves y se llevó el carro. Cuando ella volvió en sí, adolorida lloraba y
recordaba sus palabras “yo no voy a caer
tan bajo”. Tuvo que caminar descalza por
la brea caliente, la nariz rota y un ojo hinchado, despeinada, con las pantimedias
rotas, llorando, rogando por un policía…
Al otro día era su show y dejó plantados a todos. Carlos, actuó como si nada. Willa trató de comentarle a Candi que la
había visto “truqueando” con Carlos, pero Candi no le creyó a la envidiosa de
Willa pues, ella nunca “caería tan bajo”.
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