sábado, junio 29, 2013

Roma- (Los otros cuerpos)




            -Allí viene la loquita.- dice mientras se retoca el lapiz labial, arquea su ceja y sonríe.
            -Jum, se cree Madonna la nena.  No llega ni a…  ¡Mírale esa gordura, parece una vaca!
            -Más que nada, lo que parece es una bucha.
            Ambas comparten sus risas hasta que llega Luisa y la saludan – muá, muá- los labios apuntan al techo en una actitud falsamente aristocrática.  Sigue caminando y entra a la discoteca pero antes, el fortachón de la entrada la detiene y ella dice –Regístrame todita, papito…  Así, así, un poquito más arriba, humm.- se sonríe con complicidad y saluda a la muchacha que cobra la entrada. 
-Baby; ¿cómo estás?
-Cansadísima- la poncha con un logo que sólo se ve en black lights, es una “R” estilo romano, le hace un gesto negativo cuando ofrece el dinero.
-Gracias, chulita, nos vemos luego…
Al finalmente entrar, la recibe un pasillo negro alumbrado sólo por black lights y se mira su “R” con complicidad.  Sigue caminando y se encuentra con una barra en madera y dos bartenders, fortachones también, vestidos sólo de overalls de mahón, botas de constructor y capacete.  La barra es preciosa, está rodeada de espejos y estrellas, de frente tiene dos mesas de billar ocupadas por cuatro hombres que la miran y cambian la vista; ella glamorosa, estira su brazo y se acerca a la barra, se sienta y mira con coquetería.
-Carlitos… muñeco, dame un besito.
Mira a todos lados y lleno de desgano le da un beso en el cachete, muy rápido.
-Humm, esos besitos tuyos, me acuerdan cuando salía con Flash Gordon.  Era un tipo maravilloso, te lo metía y te lo sacaba tan rápido y por tanto tiempo…- lo mira con un gesto burlón.- Así me gusta que te sonrías al menos.  Mira, y traíste cositas para la nena.  ¿Qué traíste?  Ay chico, pues dame tres…- se ríe a carcajadas. –Pues, mijito la noche es larga y quiero gozármela.  ¿Qué dices si cuadramos a veinticinco?  ¡Mira que ahorita puede que me compre otra!  ¡Qué rico, tú me consientes!  ¡No vengas, que sabes que conmigo no sales perdiendo!
Se mira los pies y ve sus tacones grandes y amplios, se arregla la mini falda y revuelca un poco sus cabellos rizados.  Inmediatamente se dirige al baño, pero antes tiene que pasar por la pista de baile.  Se encuentra con Candi, la saluda con un real beso y abrazo.
-Nena, hoy es mi show, va ser una cosa regia full.  ¡Qué linda tu falda!  Luisa, tienes un gusto cabrón.
-Mira, vamos para tu camerino que te voy a poner bien alante, chulita.
-Ay, qué bueno, así ves el traje que usaré en el show.
Se alejan del salón violeta y rojo, de luces centellantes, con un tecno retro muy
contagioso y se internan en el camerino.  El camerino es muy chic, blanco rodeado de espejos, con dos sofás, un guardaropas lleno de telas de colores brillantes y una pequeña coqueta negra con un espejo rodeado de bombillitas.
            -Nena, tu camerino es un lujo.  Aquí yo pasaría toda la noche.  Parece un V.I.P. room.  Cuando venía entrando estaban la Pedro con la negra esta…  ¿cómo se llama?…  Willa, y me saludaron con una peste a perfume barato y las caras toas jodías.  Yo rápido me fui, no les dije nada.- dice sacando la bolsita y sin perder coquetería se quita una sortija que transforma en una microcucharita y se da un pace.- Huy, esto está bien bueno date todo lo que quieras, en confianza, pero te advierto que está ríquisimo.-
            -¿Quién te lo vendió?  ¿Carlitos?  Y  ¿le sigues tirando?
            -Sí, pero no se deja…
            -Ay, mamita es que tienes que ponerlo loquito y llevártelo de aquí, para que tú veas.  Recuerda que aquí él es un empleado más.
            -Ay, sí, sí…  pero, que me ponga loquita él a mí, yo no mantego a nadie.  No, mamita, yo no llego tan bajo…
-Bueno,  ¿sabes con quién tuve un affair?  Te diré, está en la puerta trabajando…- se ríe a carcajadas con picardía-  pues nena….
Se abre la puerta y entra Pito, un flaquito de cejas arregladas muy amenerado que en un gesto de sorpresa grita: -Mira, y ustedes dos qué…- se ríen y le pasan la bolsita.  Inmediatamente saca un llave pequeña y se da “uno pequeñito porque la noche es joven”.  La dueña toma la bolsita, besa a Pito en el cachete y se va con aires de realeza.
-¿Y ésta? – pregunta Pito irónico.
-Pues, ya tú sabes.  Ay, Pito apúrate que tengo que vestirme después.  Ni le enseñé el traje a la cuero este.
-Y, ¿nada con Carlitos?
-No, y dijo que no iba a estar con él que ella no era “tan baja”.
-Seguro…  Mira, te voy a maquillar primero y luego, te peino.  No te asustes, lo que pasa es que no te voy a pasar blower, pues te tengo una sorpresa.
Una línea dorada cerca de la pestañas, plateado en el párpado y el resto con brillo, las mejillas rosadas y los labios rosados brillosos, unas pestañas postizas doradas; y la desviste, le rocea escarcha dorada por todo el cuepo que está pintado de ramas con hojas y flores naturales pegadas de su cuerpo.
-La G string dorada se te ve divina.  Vete ponte los tacos en lo que voy sacando el traje.
-Estás haciendo todo al revés…
-Sin criticar, oyó…  Que este va a ser el mejor show de tu vida, ya tú verás.
Se sentó otra vez, Candi, que preocupada y ansiosa se mordía una de sus uñas postizas pintadas de dorado.
-Ese pimpín te tiene malita.  Te voy a recoger el pelo.- dijo Pito en un gesto maternal.
Le recogió todo el pelo y antes de que protestara le puso una peluca rubia de cabello lacio, largo.  La sonrisa de Candi iluminó a Pito que rápido le puso el traje…
-Dale, vete ya…
Sale al stage vestida de monja, con un rosario, simulando que rezaba.  Los espectadores hicieron silencio y de pronto la canción “Like a prayer” contagió a todos.  Tira el rosario al suelo y se quita el hábito con furia.  Se muestra entonces una esbelta y alta mujer de cabellos dorados como de ensueño.  Esta mujer no tiene pechos sino dos margaritas y su cuerpo semeja a un árbol de flores.  Baila y canta mientras los espectadores aplauden.  Termina arrojándose de rodillas al suelo en actitud de rezo.  Todos aplauden alborotados.  Candi tira besos y dice “Gracias” simultáneamente.  Al bajar la saluda una mujer gorda.
-Mami te luciste.
-Gracias, bello.- dice mordiéndose el labio inferior.  La gorda se ríe y le da una nalgada.  Sigue caminando.  Tiene un mahón entubado y una camisa de hombre de botones, se fuma un Winston lentamente mientras camina hacia la barra que está en la pista.  Tiene un caminar jaquetón y se detiene a saludar a una pareja de mujeres, una vestida similar a ella y la otra similar a Luisa, llamada Ambar.  Saluda a ambas con un beso y Ambar de pronto se aleja y se va al baño.  La gorda se despide y cuando ve que la otra se descuida se va tras de Ambar.
-Tú eres una fresca por aparecerte aquí.
-Chico, porqué sales con esa.  A quien quiero es a ti y no te importa, pues, a mí menos.
-Tú estás loca.
-Jodía maricona.  Bucha, me las vas a pagar.
Sale de uno de los cubículos Pito y se echa a reir con la gorda que le choca las manos, tras salir enojada Ambar.  Pito se arregla el cabello mirándose al espejo, sale del baño y empieza a cantar un merengue que muchas parejas bailan en la pista.
-Elvis Crespo me encanta.
-¡Es tan lindo!
-Vente vamos a bailar, Michael.
Michael y Pito bailan el merengue.
-¿No ibas a salir hoy?- le pregunta Michael a Pito.
-No, salgo el fin de semana que viene.  ¿Vas a venir a verme?
-Seguro.
-¡Qué bueno!  ¿Te gustó el show de Candi?  Yo la maquillé y la arreglé…
Pasan las horas y sentados tras la pista Pito y Michael se besan copiosamente, se toman sus manos y cierran sus ojos, algo maravilloso pasa entre ellos, con toda la esperanza de que seguirán sintiéndose así al día siguiente.  Una pareja de muchachas los ve y se besan también acompañándolos en silencio con mucho más amor.
-Carlitos, bebo…  Dame dos más.  Gracias.  Papito quieres dártelos conmigo.  ¡Mira si te saqué otra sonrisa!- Luisa muy risueña persigue a Carlos.
Se dirigen al estacionamiento muy callados.  Carlos mira hacia el piso respirando profundo.
-Oye,  ¿tienes frío?  Tienes la piel de gallina.  ¡Qué tierno!
-Estoy cansao, pol eso es que me los voy a dal.  No doi pa más.
-¿Estabas bebiendo?
-Un poquito…-
Saca su sortija con coquetería y se da dos grandes.  Se limpia la nariz y le tira un beso.  Pasa la bolsita y parafernalia a Carlos que se da dos inmensos.
-Gracia.
-Cada vez que quieras me avisas.
Regresan a la discoteca y la detiene Willa, Carlos sigue caminando sin mirar a nadie ni despedirse.
-Oye chulita, una cosa es jugar con ellos y otra, meterse con ellos.  Te lo digo por que te aprecio, han dicho cosas brutales y bárbaras de él.
-Mira, putita, yo sé el aprecio que tú me tienes.  Así que déjame en paz que yo sé lo que hago.-  Siguió caminando muy rápido, sintiendo que se asfixiaba, caminando tan rápido como su corazón latía.  La euforia de Luisa parecía extenderse y desplegarse por todo el lugar.
-Un Tequila Sunrise- le pide a Carlos, que le cobra la mitad del trago.  Fue tal la emoción, que sintió escalofríos y no pudo decir nada, sino que tomó sorbos de su trago muy rápido y Carlos actuó como si nada, más bien la ignoró.  Sin embargo, ella se mantuvo sonriendo toda la noche y más cuando cada 30 minutos él le hacía señas de que fueran al estacionamiento.  Tuvo que comprar otras dos bolsitas pero ella esperó hasta después de las cinco de la mañana que cerraron y le ofreció pon.
-¿Te queda un poquito?- le pregunta Luisa un tanto desesperada, con urgencia de darse otro pace.
-Sí, queda… ¿cuánta quiere?
-¿Y si ponemos una tú y una yo?
-No puedo, ademá tengo que llegal a casa.-  contesta Carlos muy serio.
-Está bien dame dos y vamos a compartirla.  ¿Qué dices, son par de horitas más?
-Está bien.  Vamo ala playa que hay un sitio que yo sé…
-Ay chico, mis zapatos, mi ropa…
-Te quitas los tacos.  Olvídate que allí no va nadie.- El corazón le volvió a latir
con ímpetu a Luisa e inmediatamente sintió los labios de Carlos en los de ella y sintió su pene erecto en su mano…
            -¿Oíte?- reclama Carlos con autoridad.
            -Sí, sí, vamos.
            Fueron caminando hasta un bohío que tenía una mesa y bancos.  Se sentaron sintiendo la brisa y esperando el resplandor lejano del sol.  Comenzaron a darse los paces tranquilamente, mientras ella hablaba de sus sueños de trabajar en televisión como parte del equipo de redacción de libretos.  Le contó que hacía mucho tiempo que no veía a sus familiares con excepción de una hermana menor.  Recordó junto a Carlos su infancia perdida y las paterías que lo leyeron ante sus compañeros.   Le habló de que creía en la educación y en el amor.
            -Sí, el amor es la solución a todo.- Y Carlos perdió su mirada en las distantes olas, mientras Luisa le tomó la mano.  Se miraron, se besaron.
            -Mámelo.  Anda, chúpalo.- dijo mientras se sacaba su pene no muy erecto y se lo mostraba.  Con un poco de disgusto, Luisa empezó a lamer y chupar.  Él le inclinó más la cabeza y ella toció haciendo gestos de que iba a vomitar.
            -¿No te gusta?- pregunta Carlos con ira.  Le mira con el ceño fruncido-  ¿No era esto lo que querías?
-Mira, chulito no te pongas así…
-¡Mámelo!
-¿Qué tienes, Carlitos?
-¿No me lo vas a mamar? ¡Canto e maricón!- Da un puño en la nariz que inmediatamente comienza a botar sangre.  Ella rompe a llorar.
-¡Cálmate! Por favor.
-Toma, cabrona.- Sigue dando golpes a lo loco hasta que le dio un dolor intenso en los nudillos de su mano izquierda.  Dejó tirada a Luisa en el suelo tomó las llaves y se llevó el carro.  Cuando ella volvió en sí, adolorida lloraba y recordaba sus palabras “yo no voy a  caer tan bajo”.  Tuvo que caminar descalza por la brea caliente, la nariz rota y un ojo hinchado, despeinada, con las pantimedias rotas, llorando, rogando por un policía…  Al otro día era su show y dejó plantados a todos.  Carlos, actuó como si nada.  Willa trató de comentarle a Candi que la había visto “truqueando” con Carlos, pero Candi no le creyó a la envidiosa de Willa pues, ella nunca “caería tan bajo”.

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