sábado, septiembre 14, 2013

El cuerpo humano es como el planeta


[Escribí esto en 2000, si le añadimos Siria y algún cambiecito estilístico parecería que lo escribí ayer. El amigo que me habló de extraterrestres es Lester Mon, por supuesto♥.]



            El día en que me lastimé la rodilla me empezó a doler el tobillo y más tarde, la otra rodilla se me lastimó.  Cuando pensamos en el mundo nunca lo vemos como una unidad –así como nuestro cuerpo- sino como algo totalmente dividido.  Todo por creer que el planeta somos nosotros los humanos.  Al pensar que la humanidad es el eje del cosmos y que a imagen de Dios hemos sido creados, degradamos toda la naturaleza que nos rodea.  De pronto las diferencias culturales –por no mencionar las raciales, sociales o ideológicas- toman un rol significativo del transcurso o “manejo” de nuestro entorno y del planeta. 
            De pronto no importa Hiroshima porque lo viven los japoneses y nos queda lejos.  Somalia se convierte en el espanto, que por morbo, acudimos a ver para dar gracias porque no nos pasa a nosotros.  El respeto que podamos tenerle a un iraquí es igual a cero y por lo tanto, Irak merece ser bombardeada.  Como aquellos son judíos y los otros musulmanes, que se fastidien entre ellos y sus mentes retrógradas.
            Tengo que aclarar, y en esto soy terca, que no me conformo con que la vida sea así.  Como dijo Bertolt Bretch, “nada debe ser imposible de cambiar”.  Conformarnos con que la realidad es de una forma y las pautas en las que se gobierna de otra es la manera más irrespetuosa de agradecer la vida y de vivir.  “Así es el mundo, así que me voy al Mc Donald’s a comer mierda con sal y luego veo la novela para idiotizarme y pensar que en la vida hay buenos y hay malos, todos sufrimos y si me conformo con mi suerte, al final voy a ser feliz.”  Una vez María Teresa Bertelloni dijo: “Todos somos responsables de nuestra existencia”.  Pero; ¿cuál es nuestra existencia?
            ¿Será nuestra existencia ir al cine, al trabajo, comprar ropa en el Mall o Internet, hacer el amor cuando pueda y honrar a mi familia?  Respiro profundo y me pregunto dónde habrá estado antes el aire que inhalo.  Si a Puerto Rico llega el polvo de África y si se derritieran los polos nos inundaríamos; ¿es nuestra existencia nuestro micromundo de rutinas, alegrías y tristezas o algo más allá, más grande, que nos conecta con algo que algunos llaman Dios?  ¿Si un terremoto en alta mar causa un tsunami que arropa las costas de Japón, acaso el terremoto es insignificante para Japón por lo lejos que ocurre?  Los japoneses no pueden hacer mucho, “la vida es así”, “es algo de la naturaleza”.  Pero construyeron grandes murallas, rompeolas; no desistieron porque tienen una convicción y un deseo: mantenerse vivos y no perder su hogar.

            El conformismo es la excusa más patética para la inacción.  Nunca ha sido una virtud.  Cruzarnos de brazos y despreocupadamente concentrarnos en lo cotidiano sin mirar más allá del horizonte es un egoísmo imperdonable; es un retroceso del tan ridículo globalimperialismo-cibernético impuesto.
            Somos agentes revolucionarios en nuestra vida, en nuestro entorno, en nuestro planeta.  Quién pensara que halagarle pelo a alguien le haga sonreír más en el día.  Quién pensara que por resistirse a comprar en cierta tienda iba a lograr una mejor condición de empleo en las obreras y obreros.
            Un amigo me dijo: “Tienen que venir los extraterrestres para que finalmente nos demos cuenta de que este es nuestro planeta y entonces luchemos y hagamos todo pensando en que todos somos parte de un mismo planeta”.  Me duele pensar que tal vez sea necesaria una legión de marcianos imperialistas para que los imperialistas del presente se convenzan de actuar en equipo, de compartir y mirar más allá del hoy ahora económico.  Porque; ¿cuántos siglos vamos a sobrevivir entre tanto abuso, entre tantas diferencias irreconciliables, entre tantas guerras?
            No me conformo en creer en que esta es la manera en que la Política y la Economía convergen, a través de la guerra.  No me importa que esta sea la forma en las naciones pueden competir y asegurar su futuro.  ¿Hasta cuándo las diferencias?
            El día en que me dio tortículis cada vez que me reía me dolía la espalda baja y luego cuando me tomé las Flexeril y Percocet iba tan “elevada” a mi trabajo que olvidaba hacer las cosas.  ¿Es que acaso no somos responsables de Kosovo, de Irak, de Palestina?  Lo que les pase a ellos; ¿no será una cicatriz terrible que afecte a todo el planeta?  ¿O acaso cada vez que un niño o niña sabe lo que le ocurrió a los judíos en la Alemania Nazi lo celebra con alegría y le llena de esperanza?  ¿Qué haya sido tan lejos quita el horror tan innecesario cuando vemos las fotos de los sobrevivientes de Hiroshima?  Aun si lo ignoráramos; ¿la Tierra, la naturaleza, la vida, Dios lo dejará de sentir?  Cuando usé muletas por mi pierna enferma me lastimé el cuello, y me sentía tan triste y frustrada por el esfuerzo que apenas comía.  ¿Tenemos que experimentar con otra guerra, sentarnos frente a los televisores y computadoras a ver las explosiones para augurar cómo nos afectará?
            Los periódicos duplicarán sus ganancias y la revista Time se llevará premios por las fotos de los niños y niñas con las miradas perdidas, las mujeres y hombres llorando y la destrucción masiva de las ciudades, decenas de forwards o correo electrónicos en cadena compartirán las imágenes de los cadáveres de los niños de Gaza, algunos firmaremos cartas virtuales para virtualmente alivianar el peso de la conciencia.  El impacto ambiental nos importará un pito porque queda todo muy lejos; al final, nos sentiremos bien conformes de vivir en un gobierno liberal democrático que escucha y respeta a sus ciudadanos, aunque los ignore cuando digan “NO” a la guerra, pues a fin de cuentas... sus efectos no nos lastimaron tanto.
            A una profesora muy querida le dieron un medicamento para los pulmones y le dio glaucoma.  Por favor, que el remedio no sea tan malo como la condición.  Que no nos deje “viajando” en la tonta ilusión de que los buenos se enfrentarán con los malos y los vencerán.  Que a la larga los efectos no se traduzcan en insensibilidad y más guerras.  Si nos arrancan el dedo del pie de cantazo, de seguro no podremos pensar bien.  Lo que pasa en Irak y Palestina nos afecta en todos los sentidos posibles, en los inimaginables y constituye una degradación a los valores y derechos universales de la vida.  Además, es una falta de respeto a la Madre Naturaleza, que por tonteras humanas se siga mutilando el patrimonio mundial.  Las razones políticas y económicas no importan dentro de un volcán.  Simplemente: DETENGAN ESTA GUERRA SIN SENTIDO, ESTE ABUSO Y AGRESIÓN A LA LIBERTAD Y LA VIDA.



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