domingo, enero 08, 2023

Tammy (30 de enero de 1972- 2 de diciembre de 2022)





La vida siempre es injusta

pero creí que con Tammy haría una excepción

o tal vez la excepción era conmigo…

 

la realidad es despiadada,

así funciona

solo queda el aire

y la memoria con sus largos pasillos

que a veces decoramos de angustia…

 

espero que el amor y la alegría imperen siempre

es lo único que queda: el amor

con sus alas de fuego y garras de brisa, luna y océano.

 

Qué se hace con la rabia;

sino jardines laberínticos llenos de flores,

bastiones de recuerdos que calmen la ira,

poemas largos y torpes

que a tropiezos musicales

nos llevan de vuelta al comienzo

porque en la pérdida no hay salida nunca;

solo comienzos para verlo todo de nuevo

una y otra vez.



Por Tammy

 

Estuve comentando que aún me creo que cuando todo esto termine, llamaré en la mañana siguiente a Tammy y le contaré cómo estuvo todo esto. La puedo imaginar preguntándome, riéndose y hasta gritando con sorpresa. La supongo también enternecida, y sobre esto me quiero detener: Tammy era una maravilla de ser humano y así lo comprueba el apoyo colosal que hemos recibido en este proceso.

 

Es una salvajada atroz que muriera tan repentinamente, sé que luchó por vivir, por seguir amando como lo hacía, por vivir como vivía. No obstante, por lo visto, la vida y su contraparte: la muerte, como parte de ese misterio que nos hace sentir, querer y ser, deciden por encima de nuestras lógicas. Aquí no hay discurso del bien y el mal, y tal cosa como el plan o los planes trascendentales de la existencia se escapan al lenguaje; quiero decir, que no hay palabras. Solo que por unos días estuve comentando también, si tan solo hubiese habido una excepción y hubiésemos tenido un ratito más; tan solo un ratito… qué no le hubiera dicho, qué no hubiera hecho.

 

Mas volviendo a eso del enternecimiento que Tammy sentiría o siente (en momentos como este, eso del tiempo verbal se vuelve otro enigma), todo esto es un bello homenaje y testimonio de la gran comunidad afectiva que mi hermana desarrolló, que la propia existencia le regaló y en ese sentido, aprovecho el espacio para agradecer con todo mi ser, todas mis ganas y mis fuerzas a ustedes, por tanto. Aquí las palabras no sirven de mucho para hacer constar con toda mi humildad, el honor y la gratitud que siento. Si tan solo pudiera, desde ya estaría enviándole screen shots a Tammy y contándole lo mucho que es amada y por supuesto, lo mucho que la echaremos de menos… 

 

Cuando me llamó la paramédica desde el teléfono de Tommy Reyan, me resistí lo mejor que pude a la noticia. Sin embargo, al darme cuenta de que después del verbo “falleció”, en ese pasado tan perfecto e incólume, no había modo de convencerla a ella de que me estaba diciendo un disparate; entonces, pedí hablar con Tommy… Y sí, no había manera de cambiar el transcurso de lo que hoy nos trae aquí.

 

Pensé en esa expresión “la vida es un regalo” y entendí a qué se refería: “la vida de quienes nos rodean es un regalo para nosotres”; hay que aprovechar esa causalidad de que nos reunimos en este plano, en las condiciones y bajo los roles que sean. Mi amiga Heidi Anne Vera siempre me recuerda que la palabra regalo y presente son sinónimos. Por más de 44 años, Tammy fue mi presente, mi regalo, y en ese sentido, le agradezco haber sido quien fue para mí: hermana, amiga, consejera, y hasta madre, muchas veces.



Empecé a escribir lo siguiente:

 

 

Cosas que te sacan de carrera

de Alexandra Pagán

 

Que se vaya la luz cuando te queda poco tiempo para terminar las tareas

que sencillamente se vaya tu luz

no saber a dónde ir en caso de peligro

no saber a quién decirle tu secreto más oscuro

no saber qué hacer en los momentos más difíciles

ni tener a quién consultarle

no poder explicar por qué lo que conocías como futuro ya no es

ni poder imaginar qué será de ti en tantas situaciones en las que antes tenías una idea

 

Y esa idea era una persona

y esa persona ya no está

al menos no concretamente

solo te queda imaginarla, recrearla

 

Así, las memorias se vuelven bastiones de lo profundo

un arsenal de consejos que se adaptan

palabras que se cambian por otras

risas guardadas en caso de lluvia

y el deseo por poder cambiar el devenir de la historia

se vuelve una obsesión

 

Tammy tenía la personalidad de un rayo

siempre le decía “baja la voz”

su voz era tridente y llama

amaba con tanta pasión

que me desesperaba

¿cómo es posible amar tanto y así?

¿cómo es posible tener tan buena actitud

tan buen corazón?

¿cómo es posible agenciar la felicidad

con la devoción de la ternura

tan fácilmente?

Quiero decir, ¿cómo es posible ser tan buena gente

con tanta naturalidad?

 

Sin mayores convicciones que las de ser un buen ser humano

Tammy era la persona más espiritual que conocía

 

Tammy no tenía prácticas religiosas convencionales

que no fueran las de ser buena

buena madre, amiga, hermana, vecina, jefa, amante…

 

Tammy no tenía un credo filosófico

que no fuera el de ver la bondad en todes

que no fuera el de ayudar como pudiera,

cuanto pudiera,

donde pudiera

 

Tammy no se medía

por eso su inmensidad

y era flaca

La Flaca para muchos

pero era colosal

tenía el peso de la buya y la algarabía

llenaba los sitios

a todo el mundo conocía

a todes les contaba su última buena nueva

como si les conociera de por vida

y así mismo, la gente le confiaba su vida

como si así también la conocieran

 

Nunca sentí celos de la atención que daba o recibía

solo me disgustaba cuando tenía apuro

porque con Tammy había que armarse de paciencia

en lo que saludaba y se despedía

en lo que llevaba y traía a alguien

o algo a alguien

le decía “tú deberías ser relacionista pública”

porque la verdad que ella no tenía el corazón

ni las malas mañas como para meterse en la política

además, ya de entrada era la alcaldesa de donde fuera que viviera

de donde fuera que estuviera, aunque fuese por un momentito



Plantas, caracoles, café, playas desoladas, gente

eso era Tammy

Tammy era lluvia, arcoíris y atardecer

Tammy era luz incandescente

Era mar profundo

aunque nunca supo nadar

y le aterraba no pisar fondo

 

Tanto era su calor

que siempre detestó el frío

y no aguantaba la menor brisa fresca

Era de sentir el sol

de hacer pactos con la Luna

por el bien de sus plantas

que, como ella, eran generosas

algunas veces requerían la atención intensa que ella daba

porque Tammy creía en la reciprocidad

pero nunca se detenía en ser generosa y amable

 

Hoy recuerdo sus patas flacas

sus pies largos con puntitos blancos en el dedo gordo

tengo la vívida imagen de sus manos, de sus uñas

 

Tammy tenía los cachetitos más suaves que he visto en un rostro

de niña, ella me extorsionaba para que le buscara cosas en la cocina

entonces me permitía darle besitos o acariciarles

esos cachetitos

tan tersos, suaves

aun tras la muerte quitarle la tensión y el calor

los cachetitos mantuvieron su suavidad

y aun parecía

que en su cuerpo residía

ese amor y gritería

que yo por boba le decía “bájale, Tammy, bájale”

 

Hoy me digo, le digo, “no le bajes nada, Tammy, métele”

 

Desde chiquita siempre me pareció hermosa

y loca, también loca

porque algo de locura debía tener

para ser así: tan ella

a pesar de todo, ella era fiel a ser ella:

algarabía caracolas luz lluvia café bastión mar arsenal palabra risa rayo atardeceres pasión voz amor bondad buya plantas llama inmensidad playas arcoíris gritería calor locura corazón sol vida

VIDA

 

Aun en la perfección del verbo “falleció”

“Tammy, serás siempre VIDA”


 


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