martes, mayo 06, 2014

El prearreglo funeral (1)



20 DE JUNIO
     El día que Gladys recibió al jovencito en su casa pensó que quería venderle un seguro médico. Él comenzó hablándole de la salud, luego de los familiares de ella y cerró ofreciéndole un prearreglo funeral. Le enumeró los beneficios, le recalcó la exclusividad de la funeraria que representaba y remató con una frase perturbadora: “paz mental para su familia en ese terrible momento de dolor”. Gladys no aceptó de inmediato, una vez el joven concluyó la taza de café y las galletas, ella lo despidió con cortesía y acto seguido fue a examinar su rostro en el espejo de su habitación.

21 DE JUNIO
     Insistió en que su cara no era la de una persona vieja. Recordó que al guiar por las calles de la escuela escuchó a una niña decir: “Mira a esa viejita guiando”. Más joven que tu madre me veo, pensaba. Pero lo cierto es que Gladys envejecía inútilmente, ya cobraba el Seguro Social, la pensión de su marido muerto y siempre le cedían el asiento y el turno en las agencias de gobierno. Vieja, viejita, repasó a sus muertos: su padre, esposo, madre, tías y algunas primas. Le quedaban sus hijas, quienes alardeaban una adultez reciente. Cada cual lejos en empresas distintas: estudios, trabajo, parejas, viajes, hijos….

22 DE JUNIO
     Gladys más que vieja –creencia que le resultaba incongruente– se sabía sola. Entonces las palabras del joven: “los prearreglos funerales nos aseguran que en nuestro sepelio harán lo que queremos y que dispondrán de nuestros restos como lo exigimos”.

23 DE JUNIO
     Gladys rebuscó las fotos en blanco y negro de su juventud y luego vio las fotos que se había tomado en la fábrica que trabajó por más de una década. Tomó la foto grande que una vez figuró en uno de los marcos 8.5 x 11 de la sala, la colocó al lado de su rostro, comparó. Sí, ya no tenía 44 años, es evidente… ¿pero un prearreglo funeral? ¿Estaría firmando su sentencia a lo “inevitable” (las palabras del joven)? Tener cartas en el asunto póstumo… pensó en los gusanos comiendo su cadáver. Se convenció.


24 DE JUNIO
     ¿Dónde rayos puse la tarjetita? Carmen, ¿a tu casa fue un muchachito de una funeraria? ¿¡Qué no!? Yo creía que había ido… ¿Dónde dejé la tarjetita? ¡Es que ni me acuerdo del nombre de la funeraria!
     Gladys se puso en cuclillas y la vio. Justo debajo de la butaca reclinable. Leyó y llamó de su celular; al otro día iría a firmar los papeles y hacer el acuerdo.

25 DE JUNIO
     Un prearreglo ajustado a sus ingresos: pagaría $100.00 cada día 25 por un año y medio. El funeral le saldría con un 45% de descuento en el prearreglo. Toda una ganga y un alivio para sus hijas, una sorpresa nefasta, pero sorpresa al fin. De la funeraria le dieron un calendario. Cada mes tenía una foto de un paisaje acompañado de un versículo de la Biblia. Al 25 de junio le hizo una X. Salió tranquila, pero presentía un augurio terrible en cada X que hiciera.

27 DE JUNIO
     Gladys se levantó asustada a eso de las 3 de la mañana y se hizo café. Decidió empezar su día muy temprano. Miró insistentemente el reloj y el teléfono, pero nadie la llamó. Se volvió a dormir a eso de la 1 de la tarde y volvió a despertar asustada.

5 DE JULIO
     Gladys decidió ya no ver más televisión. No entendía eso del sistema digital ni la mierda. Nada entendía. Además, los programas la aburrían. Mejor leía El Vocero, mejor oía la radio, donde ya la conocen como Gladys la de Yauco. Los llama y les cuenta cosas o les pide una canción en particular. Le gusta recordar a través de la música del ayer.

29 DE JULIO
     Gladys tomó su cartera y le pidió a la vecina que la llevara a la funeraria. Se había retrasado en el pago del prearreglo. Aún no se acostumbraba a ese acuerdo póstumo o préstumo… se resistía al acuerdo.



8 DE AGOSTO
     La gente de la funeraria la recibieron con mucha amabilidad, recuerda Gladys. Le dieron café, la saludaron con un beso. Le explicaron la vida de una de las difuntas de la Capilla 3. ¡Qué Capilla tan elegante y espaciosa! Gladys llamó e hizo un pequeño cambio: usarían la Capilla 3 en su velatorio.

16 DE AGOSTO
     Gladys se compró una Winston y fumó en el balcón de su casa mientras miraba a fuera a los niños del vecindario que le llaman abuelita. Recordó a sus hijas, las quería llamar, pero ellas siempre están trabajando. Las quería llamar, pero de seguro estaban haciendo alguna cosa. Las quería llamar….

25 DE AGOSTO
     Gladys salió con una lista: agua, luz, teléfono, cooperativa, Báez (la funeraria), bacalao, galletas export soda, huevos, Coors Light, café, avena, alitas de pollo, arroz. De su celular llamó a su prima Princess, a Andy y a sus hijas. Una vez en su casa acomodó la compra, puso las cervezas en la nevera y aprovechó para hacerle la X al calendario.

4 DE SEPTIEMBRE
     Gladys cumplió años. Se levantó a eso de las 5. Desayunó un huevito hervido y una taza de café negro. A eso de las 11 la llamaron para felicitarla, luego como a la 1. Estaba contenta.
25 DE SEPTIEMBRE
     Gladys fue y llevó el pago a la funeraria y conoció a una muchachita nueva que funge como recepcionista. Tan jovencita, parecía que todavía iba a la escuela. De lo más atenta ella….

31 DE OCTUBRE
     Cómo molestan los niños. Recuerda los finaos de su niñez. Se acuesta a recordar los finaos y a buscar el sueño.

25 DE NOVIEMBRE
     Gladys estaba contenta con la maravilla que había logrado. Tenía sus deudas en orden y hasta había abierto una cuenta en la cooperativa del pueblo. Hacer las X, pagar el prearreglo le obligó a crear una agenda, una rutina y un presupuesto. Repasó las X en su calendario y miró el nuevo calendario que le regalaron los de Báez Memorial. Raúl, el muchachito que le vendió el prearreglo, es el propio hijo del dueño de la funeraria. Son una gente bien buena, con muchas atenciones. Lola, la secretaria, resultó ser familia de Carmen, la vecina. Gladys estaba feliz. Esa noche llamaría a una de sus hijas y le comentaría del prearreglo.

1 DE DICIEMBRE
     Deben venir esta Navidad y quedarse un día. Me avisan con tiempo. Les haré comida. Ok, mi bella, Dios te bendiga.




25 DE DICIEMBRE
     ¡Qué coincidencia! El día de Navidad cerró el ciclo de su prearreglo. Ese día Gladys recibió a sus hijas en la casa. Nadie habló del prearreglo ni del calendario en la puerta de la nevera. Al despedirse, Gladys lloró como siempre. Pasarían meses hasta que las volviera a ver.

28 DE DICIEMBRE
Para sorpresa de Gladys, Báez Memorial no toma vacaciones de Navidad. De hecho, tenían 3 personas en Capilla Ardiente: 2 jóvenes y 1 señora más joven que la propia Gladys. Nuevamente la idea de la muerte la puso ansiosa. Al menos pudo saldar el prearreglo. Decidió hasta el ataúd: de roble en mahogany con el interior en terciopelo vino. Gladys suspiró aliviada, saludó con besos a todos. Le dieron un grupo de documentos y le regalaron una agenda con el logo de Báez Memorial en letras doradas. Los documentos debía tenerlos en un lugar seguro, allí estaba estipulado todo: velatorio, ataúd, entierro, hasta una corona de flores. Una parte íntima de Gladys sintió cierta nostalgia de no tener que regresar a Báez Memorial. La próxima vez que regrese será de manera funesta.


1 DE ENERO
     Gladys decidió cambiar el cuarto. Movió los muebles y cambió el juego de sábanas. Retomó la caja de zapatos donde guardaba las fotos viejas y allí trató de acomodar los documentos del prearreglo, pero un correntazo en la espalda le recordó la idea de la sentencia que había firmado. Sin embargo, el timbre del celular le distrajo y fue a contestar la llamada.

25 DE MARZO
     Nadie sabe exactamente el día que Gladys murió, sus hijas no se tomaron la molestia de incurrir en esos detalles.
Ellas se cansaron de llamarla. Carmen, la vecina, extrañó que hubiera pasado días sin que la viera, sin que abriera la puerta del balcón como acostumbraba, sin que la llamara para pedirle alguna cosa o preguntarle algo erráticamente. Carmen llamó y llamó. El vecino forcejeó la puerta. Entraron y el resto se convirtió en un mar de llamadas: hijas, fiscal, amigos….
     Cuando las hijas llegaron, Gladys ya estaba en la morgue. Las hijas, confundidas y llorosas, hicieron los arreglos en la Funeraria Vélez. Ajustaron su presupuesto y la velaron una noche, la cremaron y esparcieron las cenizas al mar. Recogieron y botaron todo. Se dividieron las fotos entre ellas y las primas sobrevivientes. Solo conservaron las escrituras de la casa. Del prearreglo con Báez Memorial nadie se enteró. Ni siquiera ellos la extrañaron al pasar de los años.








[1] Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña 25. 
Relatos de domingos. Editorial Espejitos de Papel, 2014

2 comentarios:

vero dijo...

Wow :( ......según lo escribes ....lo veo en mi mente!

Alexandra Pagán Vélez dijo...

Gracias, Vero
:(