Cosmogonías
y otras sales es
·
Una revisión necesaria del mito
(de esos mitos que nos conforman- porque nos conformamos o nos obligaron a
resignarnos)
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Una invitación a la reescritura
(a reescribirnos un nuevo origen primitivo y primario, una nueva literatura, un
nuevo discurso que nos oriente sin tachar ni tapar los oprobios pasados)
Cosmogonías
y otras sales es
·
Recuperar la presencia
ancestral de lo femenino en el centro de lo primigenio (cuando la biología, el
sentido común y la sensatez toman conciencia de esa memoria del pasado, de lo
pasado, de lo que nos pasó)
·
Una relectura a la palabra, al
misterio que nombra la experiencia (una pregunta, la pregunta que pregunta)
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Una celebración, una burla y un
señalamiento (porque a veces la seriedad de reírse es empoderarse y celebrar la
conciencia de lo que nos hace ser)
·
La serpiente mordiéndose el
rabo (más allá del comienzo, más acá del final, la eternidad es hoy)
·
Es la muerte que nos hace
renacer como si viéramos por primera vez la historia colectiva de nuestra vida,
una vida madre muerte mujer; una vida hecha estatua de sal (así de sabrosa, y
ardiente, arde la piel que recuerda el dolor, arden los labios con el sabor,
con el recuerdo, la mera mención)
Cosmogonías
y otras sales es
·
Descubrir el comienzo del mito,
del nuestro, del suyo, del mío, pero es una mirada al comienzo con esa misma
transparencia de una voz poética, poderosa, amante (una diosa mira el inicio y
nos lleva de la mano a ver que es de todos el mismo inicio)
“Tanta tristeza no debe salir del cuerpo,”
nos dice porque Cosmogonías y otras sales
puede ser un tumulto de tristezas que amotinadas y saladas juegan a ser cantos
musicales y a ser cantos, pedazos de una realidad más que posible, más allá del
bien y el mal, según lo diría un filósofo que no tuvo la suerte de leer este
libro.
Hay una colección de cicatrices y victorias
que forman su propia cosmogonía (la sal de la vida), el dolor y la resiliencia
son espacios poderosos de reflexión, lucha y renacimiento. Y es que Cosmogonías y otras sales es la propia
ciencia, la propia religión, el propio comienzo, el propio porqué, nuestro,
suyo, mío…
Cuando traté de escribir todo me salió
hecho verso porque Cosmogonías y otras sales –como dije– es una experiencia que
traduce poesía, una experiencia poética. Muchas felicidades y muchas gracias
por hacerme partícipe de este descubrimiento tan doloroso, tan poderoso y
feliz. Enhorabuena.
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