domingo, septiembre 28, 2014

Levántate, la vida de José de Diego Martínez


            ¡El poeta José de Diego está en la cárcel! ¿Un poeta preso? ¿Cuándo la poesía es un crimen? ¡Sus ideas expresan rebelión contra la madre España! ¿Quién era este poeta y por qué se le consideró peligroso?
            José de Diego Martínez era aguadillano, nació el 16 de abril de 1866. Para esos tiempos Puerto Rico era una colonia de España, no había la cantidad de edificaciones de hoy día, y se distinguía por su verdor, sus cañaverales, sus cafetales y sus jíbaros. Dicen que Puerto Rico olía a café, a plantas frescas y que se podían oír toda clase de pájaros e insectos en medio del lelolai que se entonaban en las canciones del campo.
Los padres de José, Felipe y Elisa, lo mandaron a educarse a Mayagüez y después a España. Ellos jamás pensaron que a su hijo lo llamarían “El Caballero de la Raza” y mucho menos imaginaron que estaría preso en Madrid en 1886 por sus poemas. Y fue que José de Diego desde muy temprana edad entendió que lo justo para su país era ser independiente de España. Eran dos países muy distintos a pesar de compartir el idioma, y Puerto Rico necesitaba poder decidir sobre su futuro y su comercio.
            Un año después de haber ido preso, José de Diego regresó a Puerto Rico y conoció a una chica llamada Carmen de la que quedó perdidamente enamorado, pero los padres de ella no les permitieron ser novios. Ante esto escribió un poema que hoy se estudia en las escuelas puertorriqueñas titulado “A Laura”. En unos versos dice muy triste: “Pero no podrá ser: miro asombrado/ que aquella de una noche breve historia/ fue una leyenda de hadas, que ha acabado.”
José de Diego estaba tan triste y se sintió tan solo, pero siguió estudiando. Tras ese amor frustrado volvió a España a estudiar Derecho y terminó sus estudios en Cuba porque tuvo problemas de salud. Una vez se hizo abogado ocupó puestos muy importantes en el gobierno: fiscal de Arecibo, subsecretario de Gracia, Justicia y Gobernación, además de ser presidente de la Cámara de Representantes, entre otros cargos. Como funcionario del gobierno José de Diego fue independentista, ideal por el que luchó hasta su muerte.
En 1898 Puerto Rico cambió a estar bajo el dominio de los Estados Unidos. Un gobierno militar de señores que hablaban inglés y de soldados que marchaban con rifles y vestidos con sombreros grandes ocupó a Puerto Rico. De Diego trabajó como magistrado en la Real Audiencia Territorial de Puerto Rico y luego como fiscal y presidente de la Audiencia de Mayagüez. Fueron momentos de mucha tensión, mientras unos veían la salvación al pasar al poder de Estados Unidos, otros desconfiaban. De Diego nunca dejó de pensar que lo que Puerto Rico necesitaba era la independencia. Creía que los puertorriqueños podrían obtener su libertad y gobernarse a sí mismos con valor.
¿Conoces las pomarrosas? A de Diego les encantaban estas frutas, y las usó para compararlas con el valor de los puertorriqueños. Su poema “Pomarrosas” termina declamando:
¡Bendecid a las áureas pomarrosas,
que en las orillas de los viejos ríos
se elevan escondidas y aromosas!
Esa conexión con el campo lo hizo defender a los campesinos y lo llevó a crear un Colegio para estudiar Agricultura (¡el Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas, hoy Recinto Universitario de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico!).
Además, de Diego luchó para que dieran las clases en español. Cuentan que a un maestro llamado Peyo Merced le fue muy mal porque de pronto tuvo que enseñar en inglés sus clases y ninguno de sus niños lo entendía. ¿Te imaginas que de pronto llegues a la escuela y te den la clase en alemán? De Diego lo consideraba injusto y por eso usó su poder político para defender el español en la educación puertorriqueña.
Así como Eugenio María de Hostos, De Diego también creía en la Unión Antillana y además, se dedicó a la enseñanza y a la defensa de la cultura. ¿Sabías que fue presidente del Ateneo Puertorriqueño y de la Sociedad de Escritores y Artistas? El Ateneo, que está en el Viejo San Juan, aún se encarga por cuidar y motivar el arte y la cultura de nuestro País. También publicó libros de poemas como Pomarrosas, Jovillos, Coplas de estudiantes y Cantos de pitirre, estos libros se estudian por ser valiosos en nuestra literatura.
Sin embargo, desde muy temprano, De Diego tuvo complicaciones de salud y tuvieron que amputarle la pierna izquierda por problemas en la circulación sanguínea (¿recuerdas cuando estaba estudiando Derecho que tuvo que terminar esos estudios en Cuba?). En 1918 decidió ir a Nueva York porque sufría gangrena en la pierna que le amputaron, pero no pudieron salvarle y murió el 16 de julio de ese año. Hoy De Diego sigue declamando en los corazones de todos los puertorriqueños:
¡Levántate!, ¡revuélvete!, ¡resiste!
Haz como el toro acorralado: ¡muge!
O como el toro que no muge: ¡embiste!



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