sábado, octubre 10, 2015

Las crónicas de un amorío

Es que en el Canton Mall me siento en un país. La maravilla de la gente y la diversidad de sus cuerpos, modas, tonos de voz; esa sencillez del diario, de la rutina... Me enajeno y sublevo. Como pasajera y como si fuese... Lo único que lamento de no guiar es la carga que supone en los demás. Pero esa suerte de verme en los terminales de carros públicos, en las paradas de guaguas. Esa suerte de caminar en la calle, en la calle luchando con la gente que como yo se está moviendo, que come y vive, que se sudan y despeinan, esa risa del infortunio tropical... esa suerte de poderme disfrutar las plazas del mercado, plazas de recreo y el Canton Mall. Esa suerte de no guiar, de ir de pasajera...

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