Siempre hay
algo de absurdo en los desencuentros
ese
derroche con sus lamentos de ternura
la
posibilidad que hay en un escombro
las veces
océano y mirada
las veces
puente,
mi amigo
Eddie se empeña en encenderlos en fuego
la realidad
y su entrepierna
sus patas
de cucaracha voladora
sus
cabellos de casualidades
de picos y
parajes y estaciones de viento
Siempre hay
algo de ridículo en pensar
echar el
rostro en cierto ángulo
y soltarse
en esa niebla densa
nunca nieve
nunca
tormenta
aguantarse
ponerse las
tormenteras y sonreír
hay veces
que es cuestión de programarse
como chip
como
televisor
como
corazón herido diseccionado en alas
Las más
veces yo
que pienso
te me digo
es cuestión de moverse
es cuestión
de no pensar
te me digo
es cuestión
cuestión de
eso de aquello
siempre
me siento
culpable cada vez que me desdoblo
veo ese
otro paraje y me veo a ti
siento me que
te envío mensajes confusos
que no con
la realidad tuya esa que mía
las veces
que he querido entrar a esa realidad tuya
los
transeúntes me miran con cierta burla
saben que
no sé qué hacer
dos mundos
que se unen en mí y a veces
tengo
sueños
corporeidad/temporalidad/acción/pasión
salida yo
tú que me fijo en un espacio
yo tú que
me arrojo al vacío
que tú yo
somos un ese espacio
y a veces
sueño
siempre hay
algo de mágico en los desencuentros
la línea
del tiempo se relaja en un bostezo de sol
y yo me
aterro
me aferro a
ese tú que yo que ahí que aquí
si algo he
aprendido de ese batir de alas
es que tras
el desencuentro nos vemos
cíclopes
dorados en la risa del tiempo
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Ilustraciones de Sergio Mora |
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